“…El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará...” (1 de Corintios, capítulo 13:versículos del 4 a 8)

¿Cómo reivindicar el amor, que es vida, en tiempos de pandemia, su antítesis? De la misma forma que esta crisis sanitaria mundial no reconoce orientación sexual, edad, condición económica, diferencias culturales para hacerse presente en millones de personas y hogares.

Hoy, Día de San Valentín, entendido como el homenaje al amor, para la comunidad LGTBI+, a través de la Red Peruana de Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales (TLGB), significa tener presente que “el amor no discrimina”. El punto: la necesidad del reconocimiento del matrimonio igualitario “por un principio de igualdad”.

Y por un principio que, en esta coyuntura mundial, es hacer frente al derecho y las garantías que todos los ciudadanos tienen, pero ellos no. Una de ellas es el cuidado: no pueden atender a sus parejas en hospitales ni dar consentimiento ante intervenciones quirúrgicas. Y la otra es dar amparo: las parejas no pueden heredar y tampoco tienen derecho a pensiones de viudez. Cualquier eventualidad en situaciones de salud, en estos tiempos donde todos somos vulnerables, no se les reconoce. El reconocimiento de la diversidad es propio de un estado de derecho.

Hoy se realizará una boda simbólica virtual, debido al confinamiento por pandemia de la COVID-19. El “sí acepto” será expresado por parejas desde la seguridad de sus casas. A las 4 pm, la transmisión se realizará mediante la página en Facebook de la Red Peruana TLGB.

Aquí parte de la vida de dos parejas, y sus hijos.

Gracias San Valentín por hacerme recordar esta lectura de Corintios, como en mis días de estudiante en mi colegio laico-religioso, Manuel Antonio Ramírez Barrinaga, Congregación Hermanos Maristas, y mi exparroquia Maryknoll y luego diocesana, Niños Jesús, en Ciudad de Dios, San Juan de Miraflores, donde fui catequista de confirmación, que el amor no busca lo suyo.

Así es mamá Manuela, viejita linda, como bien dices, el amor no se goza de la injusticia.


Paula y Daniela: “…porque en algún momento parezca que todo anda mal, mi mano siempre va a poder sujetarte...” ( tatuaje en la espalda de Daniela)

“Es la primera vez que paso un 14 de febrero con pareja. Tengo 21 años, y sí, comprendo que es estar juntas en las buenas y en las malas, a pesar de la crisis, falta dinero, se trata de estar bien en la vida, nadie es perfecta”. Paula Chinchay, cabello corto.
“Daniela Sánchez en la cocina con Paula. Viven juntas desde hace un año siete meses, en el segundo piso de la casa de la madre de Daniela, con Charline, su hija de 7 años. En este encierro, tener al apoyo, compañía en pareja y de la familia, hace que se sientan acompañadas.
En las tardes, es común acompañar a la pequeña Charline a sus avances y repasos de clases virtuales. El juego, ver televisión o darse un chapuzón en una piscina inflable, es compartido por la pequeña familia que vive en Villa El Salvador.
A sus cortos 21 años, Paula habla de poder tener metas y aportar en la economía familiar, ahora quiere conseguir un trabajo seguro como el que tenía antes para poder apoyar a Daniela, quien además tiene una hija que no vive con ellas. De alguna manera, se siente frustrada al sentir esta coyuntura. Considera que legalizar el matrimonio como lo han hecho en otros países, le permitiría seguir fortaleciendo y creciendo en proyectos juntos con Daniela.
“A los diez años me di cuenta que me gustaban las chicas, no había tenido enamorado, nunca he tenido enamorado. Al principio fue difícil, la gente no te acepta, te sientes avergonzado. Pero, en realidad, lo importante es la familia, son ellos quienes te tienen que aceptar como eres, a mi madre le fue difícil, pero me ha llegado a aceptar como soy”. Paula mostrando uno de los tantos recuerdos, fotos y peluches que le obsequia siempre a Daniela.

 

Dalezka y Verónica, 3 años juntas y un hijo que siguen amando


Verónica(derecha) tiene 33 años, es la primera vez que se siente enamorada y que tiene una relación de pareja. F, de siete años, su hijo, comparte juegos actividades y pese al encierro, se divierte contando y cantando en casa. Para su mamá, hasta se divierte más con Daleska. Considera que las parejas deben dar apoyo psicológico que en algún momento necesitan los hijos para vivir en un proceso de transparencia y armonía. Su pequeño F expresa que es feliz viviendo con ellas.


“No tengo miedo de expresar mis sentimientos, todo tiene su tiempo, poco a poco te das cuenta. Y si las personas te quieren, te van a aceptar. Si no te aceptan, tú eres feliz como eres, no hay que tener vergüenza ni miedo, porque amar no es pecado”, expresa Verónica, a quien le gusta peinar el cabello de Daleska por las mañanas.
“…el tatuaje que ambas llevamos al lado de la espalda, es un símbolo de un infinito que simboliza el amor de ambas, con nuestras iniciales. Nos lo tatuamos hace casi dos años, cuando cumplimos un año de ser pareja. Después de cuatro meses de conocernos, empezamos a convivir", dice Verónica.


En casa, a Verónica le gusta turnarse para cocinar y limpiar, mientras que Daleska lava o viceversa. Educar al pequeño F es compartido, interactúan con las clases virtuales y las tareas del pequeño. Actualmente, Verónica ha emprendido un negocio con la madre de Daleska. Anteriormente, la pareja emprendió tener una barbería, negocio que han tenido que cerrar por la pandemia.


“…me gusta que ambas caminamos del brazo, nos cogemos la mano, el hombro. Cuando compartimos con la familia de Daleska, allí sí le expreso mi afecto. Aquí las personas son muy poco tolerantes, me pregunto, si existe el matrimonio, por qué nosotras no nos podemos casar. Debería haber apoyo, tolerancia, asesoría. En los colegios ya se habla de manera más explícita de la diversidad, no como antes que era pecado. Por ella, por lo que vivo, ella me da fuerzas para hacer mil cosas que nunca me hubiera atrevido”, dice Verónica.


Foto abridora


Texto y fotos: Flor Ruiz